Por Dionisio Guerra
En el Teatro Nacional se escucha la tercera llamada. Los murmullos se van desvaneciendo con las luces y el telón nos permite husmear en su interior. Un hombre está sentado en la oscuridad, al margen izquierdo del escenario. Las paredes negras crean una ilusión de profundidad infinita que empequeñece un poco a la figura del sujeto, pero no podemos quitarle la vista de encima.
El hombre intenta sentarse, pero las piernas se niegan a obedecerle. En realidad, las piernas no reaccionan a su solicitud porque tienen voluntad propia y el deseo de deshacerse de él. No hay música, no hay sonido. Solo él y esas piernas rebeldes.
A medida que el cuerpo va revelando más sobre sí comprendemos que no solo sus piernas están reaccionando de forma inusual. Cada mitad de ese cuerpo, con su autonomía, responde a necesidades distintas, propias.
En el público surgen risas nerviosas y algunos cuchicheos. Nadie comprende del todo lo que está pasando, hasta que, de pronto, el hombre se va de bruces y ¡paf! entendemos. No es un hombre luchando contra unas piernas con vida propia, sino dos cuerpos enfrascados en una lucha imposible, tratando de unirse, pero repeliéndose a la vez.
Son cuerpos reaccionando a sí mismos, incapaces de dominarse, como si intentaran ponerse de pie en una burbuja sin gravedad que gira cuesta abajo por una colina interminable. Para cuando nos damos cuenta, ya todos estamos dentro de esa espiral. Body #1 va más allá de la danza. Es un ensayo sobre el cuerpo, sobre su existencia, sus límites, sus posibilidades, la forma en la que está hecho, lo que permite y lo que provoca.
Body #1 es una obra de la coreógrafa israelí Roni Chadash que se presentó en Prisma-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá el jueves 17 de octubre. Allí pudimos ver a Maya Schwartz e Ido Barak, sus intérpretes, cautivarnos por un poco más de los veintidós minutos que dura la pieza, con una propuesta que parecía confusa pero que terminó siendo reveladora.
La obra plantea una búsqueda que permite replicar casi todos los movimientos posibles. ¿De quién es el cuerpo y por cuánto tiempo nos pertenece? ¿Es un todo, o debemos entenderlo por cada una de sus partes? ¿Cuáles son las leyes universales sobre las que cada cuerpo se rige? Es indiscutible la maestría de la coreógrafa en despertar esa curiosidad en el espectador. El cuerpo es uno. El cuerpo es único. El cuerpo es universal.
Fotos de Raphael Salazar
Ficha técnica y datos de la compañía
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