Por Alejandro Schoffer Kirmayer
En
los altoparlantes nos dan la bienvenida Analida Galindo y Ximena
Eleta, directoras de la décimo tercera edición de PRISMA–Festival
Internacional de Danza Contemporánea de Panamá. Está lloviendo
mucho. Son las 8 de la noche del martes 15 de octubre de 2024, y la
obra There
was still time
de Miller de Nobili está por comenzar en el Teatro Nacional de
Panamá.
Se abre el telón rojo y lo primero que vemos son
unas luces alargadas colgadas de manera desordenada y a un intérprete
con camisa gris que parece que busca algo en el espacio vacío. Se
lleva las manos a la cara y gira sobre sí mismo. Una luz blanca
parpadea constantemente al ritmo de la música. Parece un bit
que invita a rapear o a moverse. El breakdance
se hace presente con el intérprete Alessandro Ottaviani.
La música varía y ahora mi mirada se centra en Nam Tran Xuan, quien se lleva la mano a los oídos o a la cara y trata de conectar con el otro. Él viste con camisa y medias verdes. Se acercan y se alejan constantemente en un juego repetitivo.
—No, ¡no! —dice uno.
—Where were you? —le dice el otro. La palabra se hace presente. A veces se entiende lo que dicen, otras veces no.
Don´t touch me, they are coming, I don´t see anyone, do you here me? son algunas de las frases que escucho. De pronto parece que se conectan y de pronto There is nothing you can do o wait wait! Hay un ligero contacto entre los dos. Aceptación y rechazo constantes. En un punto parece que los dos se entienden y en otros momentos pareciera que compiten.
Teatralidad a través del gesto, acrobacia, breakdance, hip hop y lo absurdo. Detalles con las manos o los dedos de los pies. Durante la pieza se acomodan constantemente las camisas de manera intencional, dándose el permiso de hacerlo y de tomarse el tiempo que necesitan para volverlo a hacer.
En un momento dado los dos intérpretes se quedan en silencio, mirando al público, como esperando algo. Un guiño a Esperando a Godot de Samuel Beckett.
What
are we doing? Let´s
do nothing. Let´s do nothing then.
Dos personas del público salen de la sala y el de camisa verde sigue
a uno de ellos con la mirada. Otras personas ríen. Y ahí permanecen
los dos, como esperando al tiempo o el tiempo esperándolos a ellos,
hasta que el bailarín de gris empieza a impacientarse evidenciándolo
con movimientos hacia el suelo.
Lo que sucede después es un
constante ir y venir con música que se acelera y disminuye. Con las
luces colgantes variando, vals
con hip
hop
y piano de fondo, y sube y baja, baja y sube de cuerpos rapeando. Y
después parece que es un vinil sucio o rayado y una música
desafinada.
Hacia el final, una lucha de egos; parece capoeira con breakdance, y el vencedor es el de camisa verde. La rabia y angustia existencial se hacen presentes.
Apagón, luces y aplausos; aparecen en escena saludando los coreógrafos de la pieza: María Chiara de Nobili y Alexander Miller, junto a los protagonistas bailarines, también coreógrafos, que se acaban de abrazar después de la batalla.
Se cierra el telón.
Fotos de Eduard Serra
Ficha técnica y datos de la compañía
Editado con el apoyo de
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