Por Fernando Beseler
A la fachada bellavistina del Ateneo de Ciudad del Saber llegan el viernes 18 de octubre familias, buses con estudiantes, y público general. Tras dos presentaciones para escuelas públicas de San Miguelito y el I.S.P., PRISMA–Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, presentará a las 7:30 p. m. PAREIDOLIA, de la compañía chilena de teatro visual La Llave Maestra.
Dentro, niñas juegan en los pasillos. Sobre el escenario aforado de negro, una caja junto a una tela extendida. El micrófono adelanta emociones con la voz conmovida de Analida Galindo, co-fundadora del festival, quien dedica la función a Gina, una amiga que recién partió de este plano; y la tierna bienvenida de un infante que causa aplausos.
Una sábana traslúcida acartuchada ondea horizontal en la caja negra del escenario y en un parpadear flota vaporosa sobre las primeras butacas (casi al alcance de manos curiosas). Escuchamos brisa y cantos que parecieran impulsar al manto a formar ondulaciones o el rastro de una barca. Arena y pradera en la que aparecen, deambulan y desaparecen caminantes, causantes del movimiento desde la penumbra.
Experimentamos lo poético de figuras juguetonas en ligero balón que es boleado; en una esfera que contiene una mujer de corazón titilante y paraguas; y en ventiscas plásticas que enmarcan la danza torbellinesca de quien encarna un ciclón con sus mangas volátiles.
Con campaneos, arpegios y percusiones, por Gorka Pastor, un juego de luces da la ilusión de charrasquear la mimetizada pieza escenográfica del fondo que, con cortes paralelos como surcos de churruca, es portal de actores y objetos.
Entran y salen manos como aletas o peces saltarines, un brazo elástico; una gabardina flotante, que parece expulsar su alma, a bailar etéreamente. Pliegos develan a un hombre que es tragado por una chaqueta para mutar a sapo con lengua de corbata. Un hombre detallista intercambia un regalo por un desahogo verbal incontenible, materializado como soga que le envuelve, lo apresa.
Nuestra percepción más imaginativa, de niñez, permanece despierta durante PAREIDOLIA por las habilidades clown de Edurne Rankin, Maximiliano Muñoz, Marcela Burgos, Alejandro Núñez y Max Pertier, quienes dan vida a un costal de rostro mocoso; a bolsas de cuadros de comportamiento canino; a fantasmas; a unos pantalones con vibrato de Nina Simone; y a cinco avestruces, interpretando La danza de los pequeños cisnes de Tchaikovsky, con brazos por cuello y pico.
Cierra esta pieza, de autoría y co-dirección de Alvaro Morales y Edurne Rankin, con un fugaz ciclo vital. Ingrávida esfera es placenta de actriz que nace, y madura hasta desvanecerse en la tierra (aquí un pliego). Todo gestualizado fluidamente con utilería pasajera.
Mi vista vidriosa y pecho lleno de inspiración y agradecimiento por vivir esta sensorial aventura. Mientras aplausos y silbidos de júbilo reciben nuevamente a personajes pareidoliácos que reaparecen para el saludo final.
Nota: PAREIDOLIA, que da título al quinto trabajo de esta agrupación, es un fenómeno psicológico que nos permite ver formas en las nubes, rostros en edificios, figuras en la luna o el pavimento; o el perfil montañoso de la princesa Flor del Aire, en La India Dormida en Antón, Panamá.
Fotos de Raphael Salazar
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